¿Dónde nos vestíamos en Chile en los años 60 y 70? 2ª parte

La moda latinoamericana

Ese mismo 1967 apareció una camada de diseñadores que no solo imitaban a Europa, sino que tenían Latinoamérica como referente. Este movimiento fue apoyado por las políticas de integración latinoamericana del gobierno de Frei Montalva, primero, y de Salvador Allende, después. Tal como ocurrió con La Nueva Canción Chilena, las artesanías y el muralismo, se buscaba crear una estética latinoamericana en el vestuario para enfrentar la hegemonía cultural del Primer Mundo.

En Merced, frente al Parque Forestal, estaba la boutique Tai. Su diseñador Marco Correa, de 26 años, creaba vestidos largos y túnicas de punto tejido decorados con motivos precolombinos, aunque sin dejar de lado los colores y formas geométricas que se veían en Europa. Muy cerca, en Villavicencio, estaba la Casa de la Luna, donde la diseñadora María Inés Solimano exponía su ropa artesanal tejida y compartía espacio con la escuela de mimos de Enrique Noisvander y con un teatro.

Al mismo grupo, denominado de la moda autóctona por revista Paula, pertenecía el diseñador textil Alejandro Stuven, quien elaboraba telas con estampados florales y precolombinos. Hacia fines de la década aparecen la tejedora chilota Nelly Alarcón  y el diseñador Enrique Concha quien, durante el gobierno de Allende, se asocia con la expropiada Fábrica Yarur para crear textiles con estampados diaguitas a muy bajos precios. “Era un momento en que todas las artes se mezclaban y la moda era vista como una expresión cultural más. No solo eran diseñadores, Marco Correa era artista y escenógrafo. Solimano, galerista. Por eso el Museo de Bellas Artes invitó a 12 diseñadores a exponer sus creaciones en 1972”, explica Echazarreta.

Handmade antes del “DYI”

Si en 2017 Chile se ha convertido en el país que más consume vestuario en Sudamérica, con un promedio de 50 prendas nuevas al año por persona, en 1967 los chilenos compraban muy poco. “La ropa terminada tenía un alto costo, pero era de mejor calidad y con un largo ciclo de vida. Las piezas se transformaban, se heredaban o regalaban. Existían tiendas de ropa usada, no ‘vintage‘ ni ‘americana’, sino ropa local dada de baja. Los sectores de escasos recursos se vestían con prendas regaladas, usadas o confeccionadas en casa”, cuenta Montalva.

La máquina de coser Singer tenía su filial de Sudamérica en Santiago y existía todo un mercado para las mujeres que deseaban hacer su ropa: la revista chilena Rosita y la alemana Burda incluían moldes de los diseños de moda en Europa; librerías que vendían figurines; tiendas especializadas en botones, hilos, forros y telas de gran calidad gracias al boom de la industria textil. Tiendas como Almacenes Paris vendían el mismo género Súmar o Hirmas usado en sus colecciones. También se podía ir a los depósitos de fábrica como el de Luxo-tex, en Vicuña Mackenna, para conseguir mejores precios. “Era un mercado chico donde podías comprar exactamente la misma tela del vestido que vendían en la boutique. Por eso también había tanta copia”, dice Montalva.

Las telas eran de tal relevancia que los trabajadores de Yarur recibían entre sus beneficios telas para hacerse ropa.

Costureras, una institución

En los años 60 florecía un oficio que hoy está en extinción: la costura. En los pasajes del centro, y también en los barrios, se encontraban cientos de talleres de costura y confección dirigidos por mujeres. En ellos familias de diversos sectores de la sociedad se mandaban a hacer vestidos de noche, trajes de dos piezas, abrigos, ropa infantil y piezas más bien tradicionales, pero de muy buena factura.

El oficio de costurera fue fomentado por las políticas de promoción popular del Presidente Frei Montalva. Bajo su gobierno se empezaron a vender máquinas de coser y máquinas de tejer a precio de costo y con facilidades de pago a mujeres afiliadas a los centros de madres, donde recibían capacitación en tejido y costura. También fue fundamental la Escuela Técnica de Alta Costura, creada en 1955 y dependiente del Ministerio de Educación, donde las alumnas eran capacitadas durante tres años. En su libro, Montalva relata que allí se reclutaba mano de obra para coser los diseños de las nuevas boutiques, trabajar en los talleres de modistos o ellas instalaban sus propios talleres de alta costura.

Los nuevos desfiles de moda

1967 marca el año en que los desfiles de moda dejan de ser un complemento de los juegos de canasta a la hora del té y lo relevante ya no es el evento social, sino lo que se expone sobre la pasarela.

Con la apertura global de los mercados, la oferta y variedad de vestuario en Chile es mayor que nunca y a precios accesibles para todos los públicos. Ya no se ven niños descalzos y con ropas grandes en la calle como en los años 60. El costo, sin embargo, fue la desaparición de la industria textil chilena, que no tuvo cómo competir con las poleras de algodón de $ 4.990 importadas desde China. Y la pérdida de un oficio que se hacía con excelente factura en Chile: el de la costurera. Pía Montalva dice que los que más extrañan estas dos cosas son los diseñadores chilenos que, si quieren trabajar con telas de calidad, tienen que importarlas a precios altísimos, mientras que hace 50 años podían encontrar todo el material necesario en la industria local. “La pérdida de la industria textil es irremplazable y dificulta a los diseñadores tener un proyecto sustentable en el largo plazo”, afirma. Además, tienen que coser ellos mismos los trabajos más delicados, por falta de costureras calificadas. “En el Museo de la Moda tenemos la suerte de contar con la antigua costurera de Raquel Bascuñán, de más de 70 años, que tuvo una formación excelente. Fuimos a comprar telas el otro día y no encontramos más que puras cosas plásticas y nada hecho acá. China nos ganó”, dice Acacia Echazarreta.

*Para la elaboración de este reportaje también fue consultado el libro Colonial Fashion: What happens to fashion when it travels?, editado por Isabel Alvarado, diseñadora de vestuario, fundadora del Departamento Textil del Museo Histórico Nacional y jefa de su Departamento de Exhibiciones.

Paula 1234. Sábado 9 de septiembre de 2017. Especial Moda, inspiración 1967.

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